En el aire se condensa una intensidad de tormenta interrumpida sólo por un instante. El sol se asoma en esa
tregua a través de una mancha apenas de arcoiris. Alguien ha marcado este
arenal desde lo alto con tachuelas de colores. Como queriendo señalar el lugar
exacto donde el verano debería estar incidiendo a plomo sobre los bañistas; la
playa que, sin embargo, a esta hora final de la tarde parece el escenario
arrumbado —y paradójicamente hermoso— de unas vacaciones abreviadas por la
irrupción de un otoño repentino.
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