Cualquier pulso que sostengas con el horizonte en esta playa, todo
desafío de la mirada por abarcar y poseer, todo intento de fijar a los paseantes lejanos que caminan por la orilla como aves descarriadas que picoteasen el grano de un
sembrado vastísimo, cualquier carrera con la que intentases acercar el final de
la arena, todo esfuerzo, en fin, te dejaría exhausto, vencido, entregado a la
soledad de quien gobierna sus días, señor aquí entonces del tiempo y del silencio acompasado a las olas.
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