Y llegó el comandante y mandó parar…
“A mí el poeta como Sibila, exactamente como las sibilas y el género sacerdotal, me causa horror. Y no deja de ser sintomático que en tiempos tan seculares haya una tal floración y un tal aprecio de poetas que son herméticos como emisores de oráculos y mantras. Así que, al amparo de esta noche en que todos los gatos son pardos hay verdaderos ejércitos de versos crípticos e ininteligibles, de simulaciones verbales, de hondas profundidades y “misterios” de los que los profanos estamos excluidos. Y adobados además con la jerga crítica al uso, otorgarían la impresión de que hemos vuelto a Delfos o estamos ante los hijos de Heráclito. Pero basta encender una candela, y no digamos ya un buen foco de luz, para que veamos que allí no hay nada, absolutamente nada.”
José Jiménez Lozano (Segundo Abecedario)
“A mí el poeta como Sibila, exactamente como las sibilas y el género sacerdotal, me causa horror. Y no deja de ser sintomático que en tiempos tan seculares haya una tal floración y un tal aprecio de poetas que son herméticos como emisores de oráculos y mantras. Así que, al amparo de esta noche en que todos los gatos son pardos hay verdaderos ejércitos de versos crípticos e ininteligibles, de simulaciones verbales, de hondas profundidades y “misterios” de los que los profanos estamos excluidos. Y adobados además con la jerga crítica al uso, otorgarían la impresión de que hemos vuelto a Delfos o estamos ante los hijos de Heráclito. Pero basta encender una candela, y no digamos ya un buen foco de luz, para que veamos que allí no hay nada, absolutamente nada.”
José Jiménez Lozano (Segundo Abecedario)
2 comentarios:
La cuestión, como siempre, radica en el momento de la decisión (verdadera, que diría Handke): ¿Quién ofrece tales oscuridades? ¿Quién lo juzga?
Ha sido sólo un juego de mi inconsciente, que ha querido transcribir ese texto justo cuando se celebraba el Cervantes de Gamoneda. Y llego el comandante y mando parar...
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