Un profesional de Tokio, el emergente Yoshiro Narisawa, por primera vez en Madrid Fusión, desplegó su menú de este año, basado en la naturaleza del bosque. Aromas, texturas y esencias trasladadas al plato. Narisawa relató cómo extrae el sabor de la tierra del hortelano que le brinda sus verduras y la concentra en sopa. El amor de la lumbre lo brindó con carbonizados de puerro y pimientos y le dio una vuelta de tuerca a un plato vertebral en la cocina japonesa, el caldo dashi. En vez de emplear las tradicionales virutas de atún, el cocinero cortó como un ebanista virutas de cedro. Esta madera, de efecto desinfectante y perfumador, es capaz de proporcionar, mezclada con serrín de castaño, una sopa que sabe a paisaje: hay que esperar a paladear el segundo sorbo.
(¡Con dos cojones! Y como me comenta un amigo: "Ya verás cuando estos japos descubran el regaliz de palo".)
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