Dada mi sencillez, me abruma lo profuso y lo confuso. Como buen
asturiano, me siento liberal. Tengo hambre de vida. Odio la subordinación. Me
engaña fácilmente la gente pícara; siento una soterrada y permanente angustia».
Luciano
Castañón
En su introducción, Paco Velasco incluye este Barrio de Cimadevilla dentro de la poesía social. Y como confirmación de ello, transcribe estos versos: Hay poetas que cantan a la luna, /al jilguero y a la flor, / pero que asimismo dicen, o piensan: / «Si otros hombres sufren es como si sufriera yo». Casi una poética que, en efecto, parece afirmarse en el compromiso y en la hermandad con los desfavorecidos, a quienes retrata en un ambiente festivo, laboral o sórdido. Con quienes construye, según Velasco, un retablo donde se suceden “las citas ‘non sanctas’ del tocador de laúd, los sonidos de marejada y olas en reyerta nocturna, la fiesta anual de la Virgen de la Soledad, los movimientos de la red en la faena de cada día, el vegetar de los jubilados, las horas de la rula, los vuelos de las gaviotas, el olor de las «focas» —apodo dirigido a quienes acarreaban la pesca—, el pescado de la rula, el muelle, los niños con el culo al aire, el viejo lobo de mar, el intruso destacamento militar que limita las aventuras infantiles, los nombres de las calles, el encuentro nocturno del borracho que sube la cuesta con el adormilado marinero que la baja y «que va en busca del alba y la sardina», las remendadoras de redes, la llegada de tiempo en tiempo de las barcas con el seno «pleno, fúlgido de coletazos», la madre que duerme a la niña con una nana (Duérmete nena / de Cimavilla; tu padre boga / al son de quilla), la reparación de una vieja y arruinada barca que merece una oda nerudiana, las viejas sentadas junto a la Colegiata, la taberna, el encuentro del marinero de Maupassant con «Bola de sebo»…”. Uno añadiría que a veces le encuentra a la pluma de Castañón trazos solanescos, un expresionismo crudo bajo el que no se puede ocultar la ternura de un tipo al que nunca parece serle ajena la desdicha de los otros.
MUELLE
por la tristeza de las adensadas nubes
y el monótono entrechocar de hierros;
por la alta pesadumbre en el todo muelle
en el cargador,
en el marinero,
y tanta en mí;
en el cielo y en el suelo.
Tú, muelle,
muelle solo y mañanero,
iza bandera, hiéndeme tu arpón,
aviva la politonía
de tus panzudos barcos:
negro mortuorio, blanco
sucio, rojo de macelo,
casi verde en el fondo.
Muelle,
agua puerca de turbia gelatina
en sucísimo balanceo;
gaviotas sombras deslizándose
—carroña en los picos curvos
y alas escoradas geometrizando el aire —;
olor a pinos,
a carbón,
podrido olor;
sabor a red salada,
a grúa;
olor con sabor;
gustoso asco podrido.
1 comentario:
Chano fué una hormiguita que labró todo el campo astur. Con estilo muy personal analizó diversos aspectos de nuestra historia, costumbres y arte. Aunque algunos desairados lo menospreciaron en su día como una rata de biblioteca, su labor ha sido indispensable para una mejor comprensión del término astur. Gracias Chano por la labor que desarroyaste y por la amistad con que nos distinguiste.
Publicar un comentario