miércoles, febrero 11, 2009

Oficios y temperamentos

Leyendo hace unos días a Trapiello subrayé un párrafo que me hizo recordar a mi amigo Ramón: “Jamás he conocido a ningún carpintero que fuera mala persona o que tuviera un humor atropellado o que fuese iracundo. Puede haberlos, pero no los ha conocido uno. Eran, por el contrario, gentes silenciosas y observadoras, acostumbradas a la soledad. Los oficios se ve que tienen una influencia beneficiosa en las vidas de quienes los practican, y acaban condicionándolas, y no es lo mismo ser matarife que carpintero”. Reseñado lo cual, tampoco olvido que Ramón, además de carpintero, es también luthier –de donde le viene el sobrenombre de Vihuela–. Esta circunstancia aun ennoblece algo más, si cabe, su oficio, añadiéndole a los rasgos de carácter que Trapiello les supone a los del ramo, unas dosis no desdeñables de jovialidad musical. Al hilo también de estos apuntes sobre dedicaciones y temperamento, me viene a mientes otro conocido, mon ami Émile, cuya ocupación es mayormente eso que en el gremio llaman, suavizándolo, decesos. Pudiera colegirse que tal trabajo le hubiera afunebrado el rictus. Nada más lejos de la realidad: es un gozador impenitente. Cabría concluir, entonces, matizando que la teoría de Trapiello se cumple muchas veces stricto sensu, y algunas otras, a contrariis.

6 comentarios:

mgab. dijo...

algún amigo de matarife por aquí para decirnos cómo se comporta... o con qué sueña por la noche? :P

Enrique L. dijo...

Rayuela
Cortázar
12 de febrero
Trapiello

Luna dijo...

El hábito no hace siempre al monje o a la monja.

Saludos

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

No sé yo, Jin, si matarifes y amigos rondarán mucho este tipo ventanas.

Me imagino, Enrique, que la fecha la traes al comentario por celebrarse el 25 aniversario de la muerte de Cortázar. Gracias por la visita.

Querida Luna, no lo/a hace, pero ayuda o estorba no poco.

Ramón, gracias por tu comentario: sé de su excepcionalidad. Y por estar siempre ahí, al otro lado.

Un abrazo a todos.

Capri c'est fini dijo...

Uy pues el carpintero que tenía su carpintería debajo de la casa en la que vivía cuando pequeño tenía un humor de perro... vamos, que lirismo ninguno en su local. Jejeje. Un saludo.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Va a ser justo el formón que confirma la regla.
Gracias por la visita.