miércoles, noviembre 28, 2012

A propósito de El texto digital


“La llegada de nuevos medios de transmisión, de nuevos canales de acceso y codificación de la información y del conocimiento conlleva un periodo de transición en que los modos tradicionales se defienden presentando a los nuevos modos como medios de barbarie, mecanismos de incultura. Así, cuando la escritura en la Grecia del siglo IV a. C. se convirtió, más allá de la conservación, en medio de creación y de difusión del conocimiento, se le atacó diciendo que hacía menos sabios a los hombres porque, al tener escrito el pensamiento, no hacía falta memorizarlo; Petrarca en el siglo XIV ironizará sobre ese deseo de acumular códices como imagen de sabio, como si por poseer códices uno fuera más inteligente; de ser así, los libreros serían los hombres más sabios del mundo; ya en el siglo XVI (y ahí ejemplos de autores como Lope de Vega) se multiplican las críticas de la falsa erudición que algunos demostraban citando de aquí y de allí sin orden ni concierto; y en el siglo XIX; fueron no pocas las voces que se alzaron contra la facilidad que todos tenían de escribir y de publicar un libro. Internet como un nuevo medio de acceso a la información, que nos la presenta de manera fragmentaria, con diversos niveles de acceso y de autoría muy variada (y autorizada) a un mismo nivel y con la rapidez tecnológica de acceder a enormes cantidades (que no calidades) de información a golpe de ratón, está construyendo nuevos modelos de pensamiento y de difusión. ¿Serán los jóvenes capaces de realizar discursos complejos, a los que nos ha tenido acostumbrado un modelo de educación del siglo XIX que ya está obsoleto? Internet, con su estructura hipertextual y la fragmentariedad como principio textual, no es el mejor medio para hacer perdurar este modelo textual, este modelo de pensamiento, que forma parte de la historia de nuestra cultura occidental. Pero Internet, como un nuevo medio, permite desarrollar nuevas destrezas que el texto impreso, que el libro tradicional, había desechado y que son propias de la oralidad: la interactividad, la elección de contenidos, la relación de los mismos… e incluso la memoria para así recordar los itinerarios de lectura digital que hemos realizado en cada momento. ¿Más tontos en la actualidad? Si atendemos a la realidad política y económica, no me cabe ninguna duda. Pero tampoco es Internet el culpable. Todo lo contrario.”

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