martes, abril 02, 2013

Ermita de San Bartolomé

 
El cañón del Río Lobos puede que sea, dentro de la geografía mágica de la provincia de Soria uno de los puntos más conocidos. No era así hace 30 años, cuando lo conocí, y cuando, el acceder hasta él representaba todavía una pequeña y agradable aventura. Por desgracia este exceso de conocimiento puede llegar a ser profundamente desagradable a la vista del actual estado de deterioro ambiental. Hay quien opina que los grandes bienes artísticos y culturales de la humanidad, como la cueva de Altamira, Lascaux o incluso este cañón, deberían ser accesibles sólo a las elites. Coincido con esta postura siempre y cuando estas elites no sean económicas, eclesiásticas, académicas o políticas, sino espirituales. Es decir, a la postre, accesible a quien de verdad tenga un gran interés en su contemplación. Para determinar quién merezca o no gozar de estas maravillas la solución sería muy sencilla: quitar toda facilidad en su acceso. Prohibir, como se ha hecho, el paso de vehículos. Quitar, si hace falta, el puente, casi simbólico que de todas formas suele llevarse con sabia y pasmosa facilidad y frecuencia la riada. Quien sabe si alambrar el acceso o minar la pradera…
Antonio Ruíz Vega, El enclave templario de Ucero
 

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