Si a ese John Silver —que es un cuatro con loro en el hombro— le creciera la pierna que no tiene, como a las lagartijas su cola amputada, dejaría de ser un pirata lenguaraz y engañaniños para volverse de repente tan inesperadamente mudo como la hache que su nueva sombra reflejaría en la cubierta de la Hispaniola.
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