Tenía unas convicciones tan sólidas como lastres.
Las recomendaciones de libros, música o cine, a que uno se atreve al amparo de la amistad o el trato cotidiano, deberían ofrecerse siempre con el tiento inseguro que antaño ajustaba las citas entre pretendientes, y nunca, por tanto, con la arrogancia con que a menudo se holla lo que se da por yermo.
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