Como vuelta a la vida, la Madonna de los altares proyectaba su reflejo en el atrio: se le había convertido el manto en harapo, la corona, en greñas, y el niño del regazo le andaba descarriado por las calles descuidando carteras.
2 comentarios:
conde-duque
dijo...
Qué maravilla de viaje te has pegado (o estás pegando) ¿no? Aquí hay libro.
2 comentarios:
Qué maravilla de viaje te has pegado (o estás pegando) ¿no?
Aquí hay libro.
Ya pasó.
Tú sabes mejor que nadie lo maravillosa, caótica e hipnotizante que puede ser Italia.
Un fuerte abrazo.
Publicar un comentario