Dioses de playa
Los
buenos días lo serían menos si mientras transcurren no diéramos gracias en algún
instante por ellos. No se trata tanto de bendecir la dicha como de ser
plenamente consciente de estar bajo su amparo. Hoy, en el ámbito de esta
sombrilla clavada en una recóndita cala, la vida no tiene apenas
aristas. El cielo es azul, el mar apacible. En la orilla rompen las olas con
una cadencia lenta y un estruendo discreto. A ras de arena, las conversaciones cercanas
parecen robadas. Como si de repente descubriéramos a través de la pared de un
hotel la intimidad de los huéspedes vecinos. Somos, de pronto, como dioses
en la sombra a los que mece el mar y para los que no existen secretos de piel
ni de palabra. Dioses en la playa que redactan el evangelio de este ocio
estival y placentero.
2 comentarios:
Después de años recupero el placer de "navegar"...una alegría comprobar que sigues fiel a tu blog.
Pasmada
Con intermitencias, pero aquí seguimos. Un cordial saludo.
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