Hoy, la acepción más
habitual de la palabra emergencia es aquella que se refiere a un suceso o
accidente sobrevenido, a una situación que requiere una respuesta inmediata. Por
eso ante las emergencias parece existir el deber moral de actuar adecuadamente.
Sin embargo, la raíz etimológica es latina y está conformada por el sufijo “ex”
(hacia afuera) y su lexema “mergere”(sumergir), por lo que venía a expresar la
recuperación de la superficie por aquello que estaba hundido. Quizás esta
duplicidad semántica se manifieste también en la campaña electoral. Se ha instalado
en el inconsciente de gran parte del electorado la obligación moral de ayudar a
lo que emerge como si sobre todo lo que brota, al margen de cuál sea su
naturaleza última, debiese procurarse la emergencia del cuidado. Ante esta
especie de ingenuo samaritanismo, no debe olvidarse que también las malas
hierbas tienen su frágil periodo de germinación.
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