Entre el monasterio de Yuste y Cuacos, se encuentra uno los rincones más sugerentes de La Vera, el cementerio en el que yacen los soldados alemanes muertos en suelo español durante las dos Guerras Mundiales. Casi escondido en un hermoso prado salpicado de olivos y con vistas a la sierra, se alinean en él más de doscientas cruces, todas iguales, que llevan sólo por inscripción el nombre del joven allí enterrado y las fechas de su nacimiento y muerte. No hace mucho leí en el blog de Álvaro Valverde un comentario acerca de los muchos poemas que ha inspirado el cementerio alemán, de lo acertado que sería reunirlos todos ellos en un solo libro. En verdad que el sito sobrecoge y por ello también este viajero prueba fortuna:
Al cementerio alemán de Yuste
Pregunté por él en el monasterio a la muchacha de las taquillas. Me indicó el camino y me confió sus efectos:“Me acerco a menudo hasta allí. A la paz del lugar y sus cruces”. Esa paz, supe luego, es de cerca muy distinta a la que alcanzaron los que ocupan su tierra. Es una paz menos definitiva, que tiene que ver con el silencio que se escucha, con la muerte confortada, con la naturaleza rendida y, sobre todo,con la supervivencia.
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