L. Garay |
EN LA PARTIDA
Y pienso con tristeza que fue hermoso andar tantos caminos,
aunque sepa que ya sólo podré pisarlos
con una pobre ayuda: la memoria.
ELOY SÁNCHEZ ROSILLO
A este viaje que hemos de emprender
tan enseguida como un vértigo,
con los días contados
y un rumbo arado sobre el mapa
como sobre una labrantía.
A este viaje mediterráneo
que pondrá un pie en la tierra agreste
que Azorín dio por frontera difusa
con la Castilla del Quijote,
y otro pie en el invierno tamizado
de esa luz absoluta
que se diluye dócil
en las acuarelas de Gaya.
A este viaje le pedimos solamente,
como a un dios benéfico de alegrías,
la calma necesaria
para el camino y la mirada,
fervor en la atención
y una mesa donde escribir
a la caída de la tarde,
con letra menuda y precisa,
el diario de los días
y las elipsis de las noches.
Y que de este viaje,
y de todo viaje,
nos duela la nostalgia a su regreso
igual que una limosna
que nos dejara al paso
la memoria en la palma de las manos.
JCD
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