Así, parece, se titulará el libro. Hablará de Cimadevilla, el antiguo barrio de pescadores desde donde creció Gijón. Los retornos serán cosa mía. Los canallas son, y seguro que a mucha honra, Emilo Amor y Juan Ignacio González. Las fotografías sobre las que hemos escrito han sido tomadas por Juan Garay. Y como adelanto, ahí va uno de mis textos:
Me he acostumbrado a pasear por las mañanas hasta este viejo café de paredes amarillas y música apagada. Lo busco como quien persigue un faro en la tormenta y guiado por su luz evita que su nao encalle. Y hacia él pongo proa en soledad, con un recogimiento de oración laica, de periódico de letra menuda bajo la avara luz que se filtra por entre los aleros de las casas en las horas más tempranas y silenciosas.
En él me amparo de las inclemencias que arrastran los días y que misteriosamente aquí nunca me alcanzan, como si transcurrieran por la costa a cabotaje, en un asedio inútil a esta península inabordable que tiene por corazón el sosiego de una plaza.
3 comentarios:
Díos... qué bello texto. Es... bueno; no sé, es que entre lo difuso del cuerpo que camina y lo verdaderamente asible, llegan tantas certezas revestidas de ternura.
Es maravilloso, me ha emocionado.
Ande... regálenos otro poquito. ¿Quiere?
Roxana.
Puede que falle en alguno de los siguientes recuerdos pero no deja de ser una situación verdaderamente
"asombrosa".
Las paredes amarillas son del 'Babilonia'. La zona en sombra era un restaurante (el 'Figón', creo) que ponía un bonito con tomate para morirte. Yo lo probé una vez (normalmente comía en mi casa).
Y la plaza es la de la Corrada o la que está más arriba.
K
(trough the rain, trough the pain... TAK. Still TAK)
Por cierto, yo preferí siempre el 'Café Diario'. Sentí que declinara tan de repente. A la gente le dio por ir al 'Cafe Gijón'y olvidaron al pionero de la zona del Fomento.
Una pena.
Saludos desde 1000 kilómetros lejos.
K
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