jueves, noviembre 09, 2006

Leyendo a Torga


De los Diarios de Miguel Torga:
Coimbra, 20 de julio de 1969. El hombre ha pisado la luna. Enfundado en un traje espacial y con un cohete en el trasero, se ha empeñado de tal manera en ello que ha conseguido poner los pies fuera de la Tierra. Y allá va él, a saltitos, luchando contra la ingravidez, ridículo pero triunfante. Como es natural, he vivido intensamente las diferentes fases del viaje, y he oído la noticia de su feliz desenlace con alivio y orgullo al mismo tiempo. Sólo que ahora, cuando ya se me ha pasado la ansiedad y el entusiasmo, me siento triste. ¡Qué monótonas y desconsoladas son las aventuras que nos quedan por vivir en en este mundo! En primer lugar, dirigidas por ordenadores; y después, en vez de perseguir sueños de perfeccionamiento de la fraternidad, nos marcamos como objetivo el ensanchamiento de la soledad...
Con los mismos mimbres se han tejido el apunte en un diario escrito por quien había cumplido ya sesenta y dos años y miraba aquello con sabio distanciamiento, y también el libro de quien era entonces un adolescente y veía en la misión espacial lunar la mayor hazaña de la humanidad.

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