Ayer pronosticaron olas de cuatro y cinco metros. También recomendaron no acercarse a los rompeolas. Vengo del Muro. Hace un día espléndido. Temperatura primaveral, luz de otoño, sol clemente. Pero es cierto que hay olas musculosas. Se levantan con un vigor de materia densa, opaca, verde. Anda la marea a medio camino y viene rompiendo ya por ambos brazos de la bahía, hacia San Pedro y también hacia el Cervigón. Y lo más desconcertante es que este arrebatamiento se produzca en una mañana tan plácida. Que se manifieste de improviso y tan violentamente bajo un cielo despejado. Y que los paseantes disfrutemos de esa cólera en mangas de camisa, asumiéndola con la empatía propia de quien le aplica a las cosas del océano las dosis justas de inteligencia emocional.
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